Ya lo comentaba Nuria Labari en un artículo publicado en El País del domingo 3 de Enero del año en curso. En los últimos tiempos las empresas se han esforzado por comunicarnos su “misión”  en esta sociedad. Toda empresa que se precie debe tener su propósito y en esta misma línea hemos comenzado a comportarnos nosotros, los individuos.

Si tus hijos te proponen un plan….. lo aceptas

Una de mis hijas me invitó hace unos días a ver con ella la última película de Pixar, Soul. No lo dudé y acepté. Había varios aspectos que me atraían de dicha propuesta: el principal compartir tiempo con ella, pero también ver de nuevo una película de Pixar.  Estas películas siempre me han proporcionado momentos agradables además de reportarme instantes de reflexión, así como un motivo para tener conversaciones de calidad con quienes me rodean. 

Esta vez Pixar tampoco me decepcionó, me indujo a preguntarme si es posible tener una vida sin propósito. En esa línea se preguntaba Ricardo Darínen El secreto de sus ojos

Tener propósitos no es tener un fin

Una vez iniciado el año nuevo lo propio es hacernos saber unos a otros los propósitos para el año nuevo. ¿Tal vez tenga esto una intención extraña? Tal vez. El filósofo Byung-Chul Han en su última obra publicada “La desaparición de los rituales” nos advierte que vivimos bajo la presión de producir sin que se nos permita “demorarnos”; es decir morar en el tiempo actual, contemplar nuestro tiempo, lo que nos lleva a un consumo que nos desestabiliza, creándonos además la necesidad de un continuo update; o sea, actualización continua.

En Soul, Pixar nos presenta a Joe un músico de jazz que siempre ha soñado con su “Gran Concierto”. La fatalidad lo lleva a morir antes de ese concierto que da “sentido” a su vida. A partir de entonces Pixar teje una historia con excelente factura técnica y narrativa. El transcurso de la historia parece conducirnos a la idea de que trabajar duro será la clave para el éxito, dando a entender que el triunfo será el motor de la vida. Pero ¡sorpresa! Nada más lejos de lo que la película nos acaba trasmitiendo. El sentido de la vida es vivir. Para ello la debemos vivir también como seres contemplativos. En definitiva, tal vez, como nos decía Gonzalo Bolland,  no hacer NADA

El fin de tener un propósito

A lo largo de la historia el ser humano se ha preguntado por el sentido de la vida, por su propósito. A mi juicio tener una pasión, incluso aunque sea una pasión menor, además de procurarnos un propósito y un impulso vital extraordinario, también nos puede dar el tan ansiado sentido. Así que, sin olvidar todas las interrogantes que nos provoca Pixar, creo que es interesante trabajar en los propósitos para el año nuevo Para ello aprovechemos la ilusión de los comienzos, recordando las palabras del poeta italiano Cesare Pavese cuando sostenía que “la alegría del mundo es comenzar” y sostengamos el compromiso todo lo que podamos a lo largo del tiempo.

Algunos tips para identificar tu propósito

Para definirlos tal vez te ayude:

  • Pensar en eventos que te han reportado buenos momentos ¿Qué tenían en común?
  • Identificar cuáles han sido los valores por los que te has movido ¿A qué no estás renunciarías?
  • Confiar en tus talentos y habilidades, búscalos tienes más de los que crees. ¿Qué valoran los demás de ti?
  • Cultivar la amabilidad contigo. ¿Cómo te tratas?
  • Identificar las áreas de tu vida y calificar su consistencia. ¿Cuál debes cuidar hoy?
  • Aceptar con humildad tus limitaciones para convertirlas en desafíos. ¿Qué te falta por aprender?
  • Ser capaz de pedir apoyo ¿Qué te impide pedir compartir tus necesidades y carencias?

De todos modos, ya nos lo había cantado Joan Manuel Serrat:

Vivir para vivir

sólo vale la pena

vivir para vivir

 

Tal vez estéis ya en disposición de responder a Ricardo Darín.