“La risa es la distancia más corta entre dos personas”. Victor Borge
Llevamos ya muchas semanas en una situación que sólo habríamos imaginado en las fantasías distópicas, semanas con nuestra movilidad restringida, permaneciendo tiempo en nuestros hogares, pasando horas con las personas con las que convivimos y esta situación desafía a los modos en los que establecemos nuestra convivencia y afloran emociones que no siempre facilitan el proceso.
Quisiera recordar aquí que las emociones muy a menudo están sostenidas por un proceso de pensamiento desconocido, oculto, que ni siquiera sospechamos. Algunos pensamientos se vuelven casi transparentes para nosotros sumergidos en la actividad y la mirada puesta en nuestros intereses y en ocasiones tenemos sensaciones, sentimientos desagradables que nos gustaría cambiar. Pero ¿qué hace que diferentes personas en circunstancias similares tengan emociones diferentes? ¿qué hace que algunas personas se sobrepongan a las dificultades aparentemente con más facilidad?
La respuesta a esta pregunta es larga y atiende a diferentes factores pero uno de ellos son los pensamientos y creencias automáticos que se presentan y que a menudo están agazapados en algún rincón de nuestro cerebro; rutinas de pensamiento que tenemos muy arraigadas
En estos días he vuelto a menudo sobre momentos históricos en los que personas identificadas o anónimas se han visto privadas de libertad o han vivido los “cisnes negros” de los que habla Nassim Nicholas Taleb. Este autor señala como ejemplos de sucesos cisne negro: Internet, la ordenador personal, la Primera Guerra Mundial y los atentados del 11 de septiembre de 2001; y como vemos, las consecuencias de “un cisne negro” no tienen por qué ser siempre negativas pero sí de alto impacto
Observando a las personas que han pasado por circunstancias tan dramáticas observo que su capacidad de amor, de vincularse está intacta; en general, no se refugian en la rabia, en el resentimiento y me pregunto cuál es la clave que les ha permitido transitar ese camino
El filósofo André Conte-Sponville en su libro “Pequeño tratado de las grandes virtudes” nos cuenta que para seleccionar o identificar las virtudes que nos hacen humanos se pregunta por qué actitudes de corazón, del espíritu o del carácter hacen que aumente su estima moral por una persona y cuáles, por el contrario, la disminuían. Entre las virtudes que él selecciona se encuentra el humor que, en mi opinión está muy cerca del amor, de la aceptación del otro.
Reflexionar sobre las virtudes es un volver sobre la permanente herida narcisista porque nos espeja nuestra imperfección, nos remite a nuestra mediocridad. Reflexionar sobre las virtudes es preguntarnos cuán alejados estamos de ellas
DECÁLOGO PARA DESARROLLAR EL HUMOR
“Carecer de humor es carecer de humildad, carecer de lucidez es carecer de ligereza, es estar demasiado engreído, demasiado engañado con respecto a uno mismo, es ser demasiado severo o demasiado agresivo, es carecer casi siempre, de generosidad, de dulzura, de misericordia… Demasiada seriedad es sospechoso, por debajo debe haber algún tipo de fanatismo” escribe Comte-Sponville y Henri Miller declara “siempre alegre y divertido”, esa es la consigna
¿Qué podemos hacer? Te propongo un decálogo
- Observar con honestidad nuestros pensamientos. Seguro que puedes generar un pensamiento que te permita sentir más empatía o conexión con los demás. Piénsalo
- Repara en que el instante lo es todo. Estos días varias personas me dicen que les gustaba su vida, que les gustaba desayunar con un compañero de trabajo, que estar en el parque con su niño le hacía sentirse bien, en esos momentos no se percataban de lo valioso de esos instantes, no estaban lo suficientemente presentes o anhelaban algo que desconocían, su mente no estaba en el momento. Así que tal vez nos debemos preguntar más a menudo ¿si esto no lo tuviera qué pasaría? Disfruta lo que tienes
- Recordar buenos momentos. El hecho de que traigamos a nuestra mente momentos agradables nos hace tener mejor disposición. Un momento en familia, un objetivo logrado, un beso recibido… una escena positiva durante un minuto varias veces al día
- Ver comedias. ¿Recuerdas cómo sales del cine cuando te has reído durante la sesión?
- Provocar reuniones. No digas que no tienes tiempo para estar con los tuyos, únete a ellos aunque sea poco tiempo pero no dejes pasar semanas sin verlos y recuerda, mejor que no sea on line
- Conviértete en alguien confiable, congruente, honesto, generar un clima de confianza es fundamental para que se desarrolle el buen humor y no debemos esperar a que lo hagan los demás. Si yo confío, confían en mí
- Jugar, recupera el niño que fuiste, juega a aquellos juegos que te gustaban de niño
- Identifica lo absurdo. A menudo algunas situaciones que nos causan enojo son absurdas y nos cuesta ver esa parte absurda por nuestro enojo así que cambia el orden, identifica la parte absurda y luego ….ríete
- Reírnos mínimo tres veces al día. Todo hábito empieza en un entrenamiento, entrénate a reír
- Apréciate, sé amable contigo. Si consigues ser amable contigo mismo, juzgarte con benevolencia conseguirás serlo con los demás y crear mejor clima
Todas estas propuestas se resumen en tres consejos que Hunter Doherty “Patch” Adams y que nos muestra con su actitud son:
- Sé amable con todos a todas horas
- Apaga la tele y conviértete en alguien interesante
- Atrévete a hacer el ridículo en público. Canta en conz alta. Lleva ropa divertida