“Mi entrenador me solía decir que había tres clases de saltos. Los malos, en los que piensas en el resultado; los buenos, en los que piensas en los que vas a hacer y los fantásticos, en los que no piensas en nada cuando Dios te coge del cuello y te transporta por el aire. Nunca entendí qué quería decir con esto último” Esto dice Torgeir Lien, personaje interpretado por el actor noruego Trond Fausa en la serie Lilyhammer. En esa escena Torgeir pretende cumplir su sueño de realizar un salto de ski en el vigésimo aniversario de los Juegos Olímpicos de Lillehammer. El miedo lo secuestra, lo bloquea pero finalmente Torgeir logra superarlo para así hacer realidad lo que tantas veces había imaginado y transformar la frustración que arrastraba desde que una lesión en el cuello se cruzó en su camino.

Estos son días de balance y de propósitos. ¿Qué me planteo para el 2021? Tal vez tengamos unos días para pensar en ello y hacer nuestra lista de propósitos y sumergirnos  en la magia de las listas

Dime cómo valoras tus acciones y te diré de qué adoleces

Hoy me gustaría llamar la atención en la manera que tenemos de hacer balance de nuestros logros.

Hace unos días hablaba con una amiga y me comentaba que no se sentía muy orgullosa de ella, sino más bien frustrada y con miedo. Este año tomó la decisión de irse a vivir al extranjero, adquirir conocimientos en un nuevo idioma y formarse en una disciplina en la que está muy interesaba, y en la que ese país es uno de los punteros. En resumen: deseaba enriquecer su perfil profesional y resultar más atractiva para el mercado de trabajo. Con ese propósito arregló su vida aquí, cumplió con las necesarias gestiones burocráticas, buscó donde alojarse, se matriculó en el curso que deseaba, alquiló su vivienda en nuestro país y en compañía de su perro, más un mínimo equipaje, se desplazó allí donde se disponía a vivir sus sueños. Lamentablemente lo que esta amiga no pudo prever es la aparición del coronavirus. Esto, como es obvio, condicionó su horizonte vital de un modo que solo un buen escritor de ciencia ficción podía haber imaginado, así que al cabo de unas semanas no tuvo más remedio que regresar a su ciudad, a su vivienda habitual y a gestionar su frustración. Esto, claro está, le ha influido. ¿Cómo se percibe? ¿Cómo se valora? Por el resultado. Y en este caso el resultado no fue el esperado.

Lo importante es el camino

Mi amiga no valoraba aquello que había hecho, se quedaba sin valorar su valentía, su capacidad de organización, su flexibilidad; todos los esfuerzos que había realizado para cambiar de residencia dos veces en el nuevo país de un modo rápido y ejercer alguna actividad  que no había ni siquiera contemplado, su apertura para crearse una nueva red social, sus conocimientos tecnológicos para mantener viva esa red y transmitir cercanía desde la lejanía…

A menudo decimos que lo importante es el camino, pero ¿de verdad lo creemos? Tenemos muy interiorizado que el resultado es la medida de nuestras capacidades sin darnos cuenta del freno que supone eso. Si nuestras visiones, nuestros objetivos, solo van ser medidos por el resultado que obtengamos ¿qué riesgo asumiremos?, ¿cómo gestionar nuestros lestrigones y cíclopes internos?, ¿dejamos sitio para la innovación?, ¿cuidamos nuestra autoconfianza?, ¿cómo nos tratamos?, ¿en qué nivel dejamos nuestra autoestima?, ¿tenemos un autoconcepto ajustado de nosotros mismos?.

Los saltos pensando exclusivamente en el resultado son los saltos malos. Eso le decía su entrenador a Torgeir. Si piensas en lo que vas a hacer, te limitarás porque solo harás lo que sabes hacer; podrás hacer un buen salto pero no el salto soñado. Así que desafía tus límites.

En el camino hacia lograr lo que deseas te puedes encontrar tesoros, recursos y conocimientos que ni siquiera habías imaginado. Esto ya nos los dejó dicho el poeta alejandrino Constantino Cavafis en su poema “Viaje a Ítaca”

Os dejo la versión cantada de LLuis LLach https://www.youtube.com/watch?v=NO7nSrVlGY8